Respuesta de la Fertilización al Suelo en el Crecimiento y Rendimiento de la primera generación del cultivo de Plátano
Abstract
Los suelos del Cantón de San Carlos, presentan condiciones de fertilidad muy variada, debido
principalmente a su origen. En algunos distritos como Venecia, parte alta de Aguas Zarcas, La
Palmera, Ciudad Quesada, Pocosol y Pital presentan cierta tendencia a ser ácidos, mayormente
por bajo contenido de bases y no por saturación de aluminio alto; por el contrario los suelos de La
Fortuna, San Josecito de Cutris, Santa Clara y Platanar el problema de acidez es poco marcado y
por consiguiente las bases no son tan limitantes como en las otras partes. Sin embargo, es común
encontrar en San Carlos que el fósforo es un elemento limitante, igualmente que el zinc (Abopac
2005).
En el caso específico del distrito La Fortuna y poblados vecinos, donde mayormente se produce
plátano en San Carlos, los suelos tienen niveles de fertilidad media. No hay problemas de acidez,
definido por: el pH y bases con niveles medios, porcentaje de saturación de aluminio y acidez
intercambiable con valores bajos. Tan solo el 10% de las muestras de suelos son deficientes en
calcio y un 13% deficiente en magnesio y potasio, además de ciertos desbalance entre las bases
por deficiencia de magnesio respecto al calcio y al potasio, y del potasio respecto al calcio. El
fósforo (P2O5) es deficiente en el suelo en aproximadamente el 70%, a pesar de eso, existe la
ventaja que el cultivo de plátano no es demandante en cantidad importante de este elemento
(Espinosa y Belalcázar 1998), bajo esta disyuntiva los productores siempre lo aplican, sin
importar el estado en que se encuentra en cada caso en particular y por desconocimiento de
respuesta por los cultivos a este elemento.
Según Combatt et al. (2004) y Espinosa y Belalcázar (1998), los elementos de mayor consumo y
que pueden ser limitantes en el cultivo de plátano son el nitrógeno (N) y el potasio (K2O). El
nitrógeno es un elemento normalmente limitante en todos los cultivos y suelos, mayormente en
aquellos de bajo contenido en materia orgánica. Este es un cultivo de muy bajo consumo de
fósforo y medio en azufre.
Por otro lado, el manejo de la fertilización en el cultivo de plátano en la zona de San Carlos es
empírico, no hay estudios que respalden la cantidad y tipo de fertilizante que debe ser usado.
Asimismo las aplicaciones se hacen en cualquier fase del cultivo. Esto conlleva a posibles
aplicaciones en exceso en aquellos sistemas de producción dedicados a exportación, con
potenciales consecuencias negativas sobre el ambiente, debido a las altas precipitaciones y a
altos costos en este insumo. Por otro lado, la aplicación de fertilizantes podría ser inferior al
necesario en aquellos sistemas dedicados a producción para el consumo local, lo que puede
afectar el rendimiento sostenido en el tiempo. Lo expuesto anteriormente, es razón para analizar
la forma de fertilización en el cultivo de plátano y otros cultivos, aunado a los altos costos de
producción debido a los precios elevados de los fertilizantes que puedan registrarse en el fututo,
como sucedió en el período de 2004 a 2008. Al principio y mediados de 2008 hubo un
incremento de 67,5%, 374% y 129,3% para el N, P2O5, K2O, respectivamente, aunque en el
último trimestre de ese año y principio de 2009, la tendencia alcista se revierte para los dos
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primeros elementos, no así para el K2O que presenta un incremento adicional de 20,7% (Quirós
2008), similar análisis presentan Caravaca y Arias (2008) y FHIA (2008).
El plátano es un cultivo importante en la Región Huetar Norte, por una parte, por su aporte social
al ser cultivado por pequeños productores con posibilidades de diversificación con otras
actividades productivas. Por otro lado, al aporte económico que representa pasando de 1.302 ha
en 2007 a 1.800 ha en 2008, con exportación en 2007 de 30.187t con un valor cercano a los 13
millones de dólares (Barrientos y Chaves 2008). A nivel nacional, en las áreas dedicadas a
exportación el rendimiento oscila ente 9,36 t/ha/año a 21,06 t/ha/año (400 y 900 cajas de 23,4
kg/ha/año). Para el año 2006 el rendimiento promedio nacional se estimó en 8,19 t/ha/año, para
exportación el rendimiento promedio fue de 11,7 t/ha/año. Mientras que para la Región Huetar
Norte el rendimiento fue de 13,7 t/ha, el cuál es considerado bueno (Araya 2008).
En este proyecto se establecieron niveles de 0,100 y 200 kg/ha de N; 0, 125, 250, 375 kg/ha de
K2O, dos niveles de P2O5 (0 y 70 kg/ha) y dos de S (0 y 30 kg/ha), en busca de respuesta de cada
elemento individual o en combinación de N, P y S con el K. Además se determinó la absorción
de nutrimentos total y por estructura del cultivo al momento de la cosecha, para llegar a una
mejor estimación de los planes de fertilización. Los experimentos de la primera fase se iniciaron
en abril de 2008, siembra con cormo de Curraré semi gigante a doble hileras y una densidad de
2.380 ptas./ha. Una segunda fase, para confirmar los resultados obtenidos en esta primera parte se
sembró en mayo de 2009, siembra con cormo también a doble hilera, pero con una densidad de
2.223 ptas./ha. El suelo donde se sembró el cultivo tiene fertilidad media, con pH en agua de 5,7
y 5,9, materia orgánica 3,2% y 3,4%, 0,36 y 0,38 cmol(+)/l de potasio, 4 y 5 mg/l de fósforo,
obtenido por el método de Olsen modificado, sumatoria de bases (Ca, Mg y K) de 9, 07 y 12,16
cmol(+)/l (Anexo A1). Los resultados indican que hubo respuesta a la fertilización con las dosis
de nitrógeno (100 y 200 kg/ha) en ambas siembras, por el contrario no hubo efecto significativo
a las dosis de 125, 250 y 375 kg/ha de potasio (K2O) en la primera siembra, pero sí en la segunda
siembra. Igualmente no hubo respuesta a la utilización de 70 kg de P2O5/ha, ni a 30 kg de S/ha
en ninguna de las dos siembras. Al momento de la cosecha, se analizaron en forma
independiente, las partes de tres plantas en cada cosecha, para determinar la absorción y la
extracción del cultivo. En orden descendente el cultivo absorbió (kg/ha): 452,39; 93,07; 51,86;
17,99; 10,21; 6,51; 4,99 y 1,94 de K, N, Ca, Mg, P, S, Fe y Mn, respectivamente en la primera
cosecha; en ese mismo orden, en la segunda cosecha absorbió 237,73, 102,56, 41,4, 35,71,
10,83, 7,44, 5,64 y 1,53 kg/ha. En la primera cosecha se presentó una afectación bacteriana que
pudo interrumpir la translocación del potasio al fruto.
Para el caso de Zn, B y Cu la absorción fue de 201; 81 y 31 g/ha respectivamente, en la primera
cosecha; para la segunda cosecha la absorción de estos micronutrientes fue de 117, 111 y 74 g/ha
para Zn, B y Cu respectivamente, con un rendimiento de 20 y 36,6 t/ha de producto comercial
para la primera y segunda cosecha. En el sistema de producción donde se estableció el estudio, la
parte retornable al suelo es importante considerarla para la elaboración de los planes de
fertilización, puesto que se retorna el 69,41%; 52,89%; 96,75%, 80,23% y 71% del N, P, Ca, K y
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Mg absorbido, respectivamente. En la segunda cosecha el retorno al suelo fue de: 43,87%,
28,14%, 93,38%, 34% y 76% en el mismo orden anterior. Se observa que hubo diferencia en
algunos elementos de una cosecha a otra, esto es debido a la disminución en la concentración de
elementos o de materia seca en algunos tejidos en la cosecha 2010 y al aumento de materia seca
en el racimo en esa misma cosecha, quizás por la afectación de la enfermedad en la primera
cosecha, como se indicó en el párrafo anterior.
Description
Proyecto de Investigación (Código 5402-2151-7801) Instituto Tecnológico de Costa Rica. Escuela de Ingeniería en Agronomía, 2010.