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dc.contributor.authorAlvarado-Induni, Guillermo E.
dc.date.accessioned2021-05-20T00:33:34Z
dc.date.available2021-05-20T00:33:34Z
dc.date.issued1994
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/2238/12442
dc.descriptionInstituto Tecnológico de Costa Rica. Editorial Tecnológica de Costa Rica, 1994es
dc.description.abstractBasado en los estudios y comparaciones paleontológicas de América iniciadas desde hace más de un siglo por múltiples científicos, se presenta un compendio sobre los varios y cortos intercambios faunísticos y florísticos establecidos entre Norte y Sudamérica desde hace unos 75 m.a. Dicha información provee un sólido complemento para los futuros estudios paleogeográficos, sedimentológicos, geotectónicos y ecológicos de América Central y del Caribe. Un primer intercambio biológico se documentó en el Cretácico superior (Campanario Tardío: hace 75 m.a.) a través del ancestral arco de islas de Las Proto-Antillas, manteniéndose hasta el Paleoceno Inferior (Riochicano: hace unos 58 m.a.) Después de estas cortas migraciones, América del Sur se mantuvo como una isla biogeográfica por espacio de varias decenas de millones de años, teniendo únicamente el casual arribo durante el Oligoceno Inferior (Deseadano: hace unos 33 m.a.) o quizás desde el Eoceno (entre 56 y 35 m.a.) de unos pocos grupos faunísticos procedentes probablemente de África o de Norteamérica por transportes erráticos o al azar a través del Océano Atlántico o del mar Caribe. Ya durante el Eoceno Superior, las Antillas Mayores ocupan su actual posición permitiendo el desarrollo de la vida terrestre. En el Mioceno Inferior (unos 20 m.a. de años atrás) América Central Meridional, ocupaba su posición actual, constituye una guirnalda de islas moderadamente continua, unida a Centroamérica Nuclear y a Norteamérica, pero, sin embargo, persistían barreras oceánicas infranqueables. Durante el Mioceno Superior y en el Plioceno Inferior (Rusciniano?: hace unos 5 m.a.), las tierras emergidas centroamericanas permitían un tímido intercambio biológico. No fue sino hasta el Plioceno Superior (entre 3,7 y 3,1 m.a. atrás) en que el Istmo de Panamá funcionó como un verdadero puente panamericano, con el cierre concomitante del intercambio de aguas entre el Atlántico y el Pacífico, realizándose varias olas de migraciones en ambos sentidos. Pese a ello, Mesoamérica actuó como un filtro biológico, situación que todavía persiste. Resultado de este último intercambio masivo y del endemismo, así como de la influencia de elementos antillanos, es la gran variedad de especies vegetales y animales en América Central. Al final del Pleistoceno (hace unos 11000 años) el hombre arribó al continente americano, conviviendo y alimentándose de megamamíferos; no obstante, hasta el momento no se han reportado hallazgos arqueofaunales en Centroamérica. Los restos de megavertebrados Pleistocenos más abundantes en esta región corresponden a mastofauna y a équidos.es
dc.language.isospaes
dc.publisherEditorial Tecnológica de Costa Ricaes
dc.subjectHistoria naturales
dc.subjectPaleobiogeografíaes
dc.subjectBiogeografíaes
dc.subjectPaleontologíaes
dc.subjectVertebradoses
dc.subjectGeologíaes
dc.subjectAmérica Centrales
dc.subjectNatural Historyes
dc.subjectPaleobiogeographyes
dc.subjectBiogeographyes
dc.subjectPaleontologyes
dc.subjectVertebrateses
dc.subjectGeologyes
dc.subjectResearch Subject Categories::NATURAL SCIENCES::Earth sciences::Exogenous earth sciences::History of geology and palaeontologyes
dc.titleHistoria natural antigua: los intercambios biológicos interamericanoses
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bookes


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